BOTELLAS DE PLÁSTICOS EN EL MAR, LA GRAN AMENAZA DE LOS OCÉANOS
3 de mayo de 2019
La importancia de mares y océanos
Mares y océanos cubren más de dos terceras partes de la superficie del Planeta. De ahí que la Tierra sea conocida como el Planeta Azul. En sus aguas encontramos muchas formas de vida, desde plancton y plantas marinas hasta las enormes ballenas. Por otro lado, los océanos tienen un papel fundamental en el ciclo del agua, en la composición química de la atmósfera y en la moderación del clima.
Desde hace siglos, los humanos hemos explotado los recursos que nos ofrece el mar y lo hemos usado como medio transporte de mercaderías y de personas… e incluso como vertedero de residuos. Los residuos vertidos al mar son peligrosos para la fauna y también para nuestra especie. Las anillas de plástico que unen las latas de refresco llegan a enredar y asfixiar a los animales. Las bolsas de plástico son tragadas por tortugas y algunos peces por confusión, creyendo que son medusas, y llegando así a ser mortales. Las botellas de plástico en el mar acaban formando auténticas islas de basura.
Las botellas de plástico en el mar contaminan
El plástico es uno de los materiales más contaminantes para el océano. Se trata de un material que puede tardar hasta 1.000 años en biodegradarse. Por primera vez, un estudio de la prestigiosa revista Science cuantifica el plástico que llega a los océanos: más de 8 millones de toneladas de botellas de plástico en el mar cada año y se estima que en el año 2050 habrá en el mar más plásticos que peces. ¿Podemos imaginar lo que significan 8 millones de toneladas de botellas de plástico en el mar cada año? Este mismo estudio constata que más del 80% de los residuos plásticos que llegan al mar proceden de unos pocos países, con China en primer lugar y Estados Unidos también entre los primeros.
Ahora bien, lo cierto es que los científicos aún no saben a ciencia cierta dónde están la gran mayoría de residuos de plástico que se dice que llegan al océano. Una gran parte estaría hundida en el fondo del mar. Otra parte de los plásticos se encontraría flotando en el mar, atrapados en remolinos y giros oceánicos. Al mismo tiempo, las corrientes marinas que transportan los plásticos, el viento, la radiación solar y la acción del oleaje hacen que las botellas de plástico en el mar y otros residuos de este material se agrieten y se rompan en fragmentos cada vez menores, produciendo lo que se denominan microplásticos. La cantidad de microplásticos en el océano es sumamente difícil de cuantificar. Son diminutos, muy difíciles de eliminar y pasan a formar parte de las redes tróficas marinas cuando son ingeridos por los peces. Además de incidir directamente en la mortalidad de animales marinos, también pueden tener efectos dañinos en los humanos que los consumimos.
Muestra de la gran cantidad de plástico que flota en el mar
El sexto continente, la isla tóxica
De las cinco placas gigantescas de residuos plásticos atrapados por los vórtices oceánicos, las corrientes marinas han solidificado prácticamente la de la zona Este del remolino del Pacífico Norte. Conocida por algunos como “el sexto continente”, esta isla de botellas de plástico en el mar ocupa una superficie de unos 1.400.000 km2, casi tres veces la superficie de España. Estas 5 islas o placas son sin embargo sólo la punta del iceberg de un problema mediambiental, ya que el 70% de los residuos acaban en el fondo del mar como micropartículas y entran en las cadenas alimentarias marinas.
Se ha estimado que el 80% de la basura proviene de zonas terrestres y el 20% de barcos del océano. Como la “Isla Tóxica” se encuentra flotando en aguas internacionales nadie asume la autoría de los vertidos y no existe gobierno que se haga responsable.
Imagen publicada en L’Agència Catalana de l’Aigua de la Generalitat de Catalunya
Los peces, adictos al plástico
Se sabe de hace tiempo que los peces tragan grandes cantidades de microplásticos, pero lo que no se sabía es que los peces los devoran con placer. Ante un pequeño trozo de plástico, las larvas de los peces antes optan por éste que por el plancton, su alimento natural. Las larvas pagan las consecuencias de optar por los plásticos, crecen más lentamente se mueven más despacio, y por tanto son más vulnerables frente a los depredadores.
Un mundo sin plástico, ¿es posible?
Poco a poco somos más conscientes de la importancia que tiene reutilizar las bolsas y los envases de plástico, así como reducir su consumo, pero también nos podemos preguntar si en el día de hoy hemos usado pasta de dientes, cremas exfoliantes, cosméticos, desodorante, champú o gel de baño… Siendo así, habremos consumido grandes cantidades de microplásticos. Algunos los asimilaremos y otros desaparecerán por el desagüe hasta llegar al mar y ser ingeridos por los peces, peces que de nuevo pueden acabar en nuestros platos.
No sólo los peces son víctimas de estos residuos. Algunos estudios apuntan que un 90% de los pájaros contienen también plásticos en el estómago.
En la actualidad, en cosmética usan microplásticos tanto las marcas habituales en un supermercado como las de perfumerías o parafarmacias. En algunos productos se etiquetan como microperlas, aunque en la lista de ingredientes aparecen generalmente como “polietileno” o “polipropileno”. Algunas marcas han anunciado que dejarán de usarlos en un futuro próximo, otras, como las de cosmética ecológica, usan un sello de color verde para indicar que se trata de un producto sin plásticos.
Seguramente es difícil imaginar en pleno siglo XXI un mundo sin plástico. El plástico inunda nuestras vidas y ha revolucionado la manera de comer, beber, almacenar… Y, aunque poco a poco el reciclaje está más presente en nuestros hábitos, estos residuos se han convertido en un verdadero quebradero de cabeza. Unos residuos que se multiplican eternamente y que durarán un milenio, se convierten en un gran lastre para las generaciones futuras. Tal vez no sean necesarios más inventos sino recuperar materiales que ya usaban nuestros abuelos.
La solución a este problema está en nuestras manos. Son muchas las campañas que se han hecho para concienciar a la población, pero es evidente que todavía queda mucho trabajo por hacer. Fomentar el reciclaje, gestionar de forma racional estos residuos y fomentar un consumo de productos respetuosos con el medioambiente son algunas de las cosas que podemos hacer para mejorar esta alarmante situación.